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Ni lo que fuiste, ni lo que serás: Campos de concentración

Actualizado: 30 nov 2022


¿Regresar? ¿Cuándo? Este lugar

es todo el tiempo. Lo sabes,

lo sentiste, comenzaste a vivir en él,

al observar tu cuerpo involuntario

buscar por ti -sin ser- tu cuerpo.

Te abriste en zanja la existencia

hacia dentro de ti -pensaste-,

y en ella estás: no interno,

no externo, no en mitad y mitad

-momento equilibrado,

perfección inocente de ti mismo-.

No hay redención de lo que fuiste,

ni de lo que serás. No estás pasando. Reencuentro de una familia en Argelès-Sur-Mer

Este lugar es todo el tiempo. Robert Capa


Emilio Prados



Francia, 1939, Campo de concentración Argelès-sur-Mer. Sufrir los horrores de un campo de concentración y jamás volver a ser quien eras.


Imágenes que hieren la sensibilidad, imágenes que quedan grabadas en la retina y te hacen pensar en todos aquellos exiliados alejados de sus hogares. En la entrada de hoy, he decidido centrarme en uno de los crueles destinos en los que terminaron algunos españoles tras la Guerra Civil. Para ello, he seleccionado la fotografía de Robert Capa, destacado fotoperiodista y reportero de guerra, que documentó la dura vida en los campos de internamiento.


Nos trasladamos a 1939, a Francia, a la localidad de Argelès-sur-Mer y a una lúgubre escena, en la que observamos a una familia separada por una alambrada. Estamos en uno de los principales campos de concentración franceses, construidos para albergar a parte de los refugiados españoles que consiguieron traspasar los Pirineos y huir del fascismo que sobrevolaba España. Sin embargo, el destino no les deparó un camino fácil sobre el que fraguar sus vidas: «Para muchos de ellos, Francia era el paradigma de aquello por lo que creían luchar: la libertad, la igualdad, la fraternidad» (Monzón, 2019). Este campo, situado en plena playa, se convirtió en una jaula de alambre de espino, repleta de caos, incertidumbre e insalubridad. Como nos muestra la imagen, un lugar en el que los españoles tuvieron que rehacer sus vidas, pero que poco tenía de hogar: «Era como si fuéramos animales. Había unas alambradas, en el interior estábamos los españoles y detrás la mar» (Gómez citado por Monzón, 2019).


Los refugiados españoles recibieron una acogida fría y desalentadora por parte de los franceses, ya que los antecedentes de la prensa española de derechas no dejaron en buen lugar a los republicanos, acusados de revolucionarios, rebeldes y asesinos. Por esta razón, ciertas esferas de la sociedad francesa vieron con malos ojos la llegada de los exiliados a sus costas. Esto es lo que precisamente pretende reflejar Capa con la imagen. La historia que cuenta es la historia de familias sin rostro ni identidad, que vivieron todo tipo de penurias y adversidades: escasez alimenticia, falta de higiene, epidemias y hacinamientos. Con imágenes de esos momentos nos hacemos una idea de la trágica experiencia que supone el exilio: el construir una vida fuera de casa, separado de tu familia y bajo condiciones mínimas. Miramos a sus ojos y, en ellos, vemos el miedo y el intento de sobrevivir día a día. Solo llegan a nosotros emociones de tristeza, añoranza, melancolía e impotencia, al visualizar la triste escena de la que muchos todavía no son conscientes en nuestros días.



Sin embargo, dentro de toda la oscuridad hallamos un halo de esperanza que permitió que estos españoles exiliados pudieran seguir reivindicando sus ideales republicanos. Las herramientas fundamentales fueron la cultura y el periodismo. En los campos se crearon los "barracones de cultura", en los que se llevaban a cabo todo tipo de actividades educativas, desde instrucción académica, centrada en sobrevivir al exilio; hasta la publicación y edición de una cabecera denominada Boletín de los Estudiantes. En ella, aquellos que no eran periodistas al uso contaban sus experiencias diarias, la lucha por la vida en aquellos países y las noticias que acontecían a la España de Franco. Asimismo, se crearon comisiones de Cultura, Deportes y Propaganda, apoyadas por los profesores, maestros y estudiantes que formaban parte de la Federación Universitaria Escolar (FUE).


Como observamos, la labor del fotoperiodismo, junto a todas aquellas cabeceras que mencionamos en la anterior entrada, sirvieron de puente entre la particular circunstancia española y el resto del mundo. Aquellos como Robert Capa, Enrique Tapia o Ione Robinson fueron los portavoces de aquellos que el franquismo quiso silenciar. Por poco lo consiguió: «Un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena» (Capa, 1939).



Bibliografía

Cruz, J. Ignacio. Los barracones de cultura. Noticias sobre las actividades educativas de los exiliados españoles en los campos de refugiados [Universidad de Valencia]. REDER, Red de Estudios y Difusión del Exilio Republicano. http://clio.rediris.es/exilio/BarraconesdeCultura.htm#_edn8


Monzón, A. (17 de febrero, 2019). Españoles tras la alambrada: los campos de concentración del exilio en Francia. El Independiente. https://www.elindependiente.com/tendencias/historia/2019/02/17/espanoles-alambrada-campos-concentracion-exilio-francia/


Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1998). Argelès-sur-Mer (France, March 1939) (Argelès-sur-

 
 
 

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Exiliados en la memoria

Miriam Gómez Sanz

Sara Ruiz Belmonte

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