La mujer en el exilio: un recuerdo olvidado
- MIRIAM GOMEZ SANZ
- 24 nov 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 30 nov 2022

Caminos, kilómetros de tiempo,
nada puede apartarme de la guerra,
de sus muertos escondidos en mi infancia.
Y la vida nada sabe de este hoyo,
abierto aquí en corazón.
Beben tierra los ríos como antes ,
las estrellas se persiguen en el mar,
el monte se hace altar para la nieve
y el sol deja que la sombra juegue contra el árbol.
Todavía los niños juegan a la guerra,
y la flor es asombro y soledad.
Es tarde y quiero dormir,
pero la noche está llena de muertos .
[...]
Una mujer quiere barrer el nuevo día
con su vieja escoba,
y en la orilla de un colegio dos niños luchan
mientras los otros ríen.
Ya nadie habla de la guerra.
Neus Catalá
La guerra y yo, Carmen Castellote
Queridos lectores, ha llegado el momento de contar la historia de personas que fueron relegadas al olvido. La historia de mujeres que una parte de la historiografía actual no quiere recordar. El exilio no fue únicamente masculino, sino que ellas también lo sufrieron y, por ello, sus historias también merecen un hueco en nuestra memoria.
Neus Català, única superviviente española del campo de concentración nazi de Ravensbrück. Nacida en Tarragona en 1915, cruzó la frontera pirenaica con 180 niños que cuidaba como enfermera en Barcelona, en los últimos días de la Guerra Civil. El feminismo, el comunismo y el antifascismo fueron la bandera bajo la que luchó toda su vida. Sin embargo, el destino no le deparó un futuro esperanzador tras su exilio. Las SS la reclutaron para trabajar en la industria del armamento en Holleischen, pero ni bajo estas circunstancias se doblegó o abandonó sus ideales. Como forma de resistencia creó el "Comando de las gandulas", formado por mujeres que boicotearon e inutilizaron unos diez millones de balas. Puede parecernos una iniciativa menor, pero el hecho de inutilizar balas permitió salvar miles de vidas. Asimismo, demostró, una vez más, que la guerra y la violencia nunca son el camino hacia la evolución.
Antes de ser deportada a los campos de concentración alemanes y, posteriormente, ser liberada, vivió su exilio en Francia, donde realizó una importante lucha antifascista de manera clandestina. Aunque fuese enfermera, sabía del cuarto poder que movía a la sociedad en esos momentos: la información y el periodismo. Colaboró con la Resistencia Francesa, usando su propia casa como centro difusor de mensajes que promovían la lucha contra los nazis. Su hogar se convirtió en una especie de editorial precaria, en cuyo mando se encontraba ella misma, aunque no fuera una periodista al uso. Transmitía los mensajes y todo tipo de documentación que pudiese servir a la resistencia antifascista. Asimismo, a finales de los años 60 comenzó a recopilar testimonios de mujeres reportadas y, en 1984, publicó "De la resistencia y la deportación: 50 testimonios de mujeres españolas". Su recorrido profesional continuó en décadas posteriores con la publicación de otros libros como "Testimoni d'una supervivent" o sus memorias en la obra "Cenizas en el cielo", novelada por Carmen Martí. Esta es la clara muestra de que su experiencia en el exilio va intrínsecamente unida a la de la primitiva experiencia periodística.

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